Nuestro gran día había llegado, Tulcán estaba a vuelta de la esquina, mentira, era más bien a 7 horas. Nuestras ganas de llegar y de cumplir con lo que nos habíamos propuesto, era tan grandes, que madrugamos mucho ...
Eran las 5:30 de la mañana, era hora de despertarse, me asome a la ventana y me di cuenta que la lluvia saludaba al pueblo; fui y se lo conté a Felipe y decidimos esperar un rato, así que volví a la cama por media hora m&aacu...